La primera medalla

(Foto: http://www.onebooker.com/es/2011/06/noticia-luis-enrique-al-corazon-de-italia/)

He sido consciente de robos en deportes de cualquier tipo. Auténticos atracos de proporciones isabelinas que podían haber sido protagonizados por Al Capone, Tony Montana o Bonnie & Clyde, y filmados por Spike Lee o Stanley Kubrick. Fraudes, timos o estafas que han decidido partidos, que han dado victorias a equipos y que han condenado a la derrota a otros conjuntos que habían merecido el triunfo. Y, sin embargo, sigo creyendo en el deporte. Sigo pensando que no hay nada más triste, deleznable y vergonzante, que excusarse en los árbitros para justificar los tropiezos.


He visto saquear a todas las federaciones de todos los deportes del mundo, a los comités olímpicos de todos los países. Me he encontrado a mí mismo tarareando a Manu Chao eso de "para gritarles a la FIFA que ellos son el gran ladrón". Y, sin embargo, sigo creyendo en el deporte. Sigo pensando que vencen los que se lo merecen.

He leído millares de crónicas, columnas de opinión o reportajes derrotistas. Cada día me he cruzado por la calle con una portada del codazo de Tassotti a Luis Enrique, la portada que más se ha repetido en la historia de la humanidad. Me han hablado de aquel árbitro egipcio, de la decisión de no sé qué presidente del Gobierno o dictador fascista que dejó sin el trofeo a aquel equipo. Y, sin embargo, sigo creyendo en el deporte. Sigo pensando que la verdad de la filosofía natural del deporte sobresale entre las estafas, los robos y los atracos, de sus organismos.

La primera medalla para España en los Juegos Olímpicos de Londres se está haciendo esperar. Y todo son codazos de Tassotti a Luis Enrique, árbitros egipcios y dictadores fascistas. Hasta que llegue la primera medalla. Entonces todo será confeti y serpentinas. Así somos. Y así seguiremos siendo.