Cuando el Payaso asiste al Burrito para que marque un gol al Mono


Foto: http://as.com
Divinidades, animales, enfermedades mentales, profesiones y un largo etcétera sirven como inspiración curiosa, y a veces surrealista, para los apodos de los deportistas


Si esta historia fuera un cuento de fútbol de Roberto El Negro Fontanarrosa seguro que el viejo Cabezón Casale, el Valija o el Colorado, sus protagonistas, estarían hablando del Gitano o del Flaco, míticos jugadores de Los Canallas. O lo que es en realidad lo mismo: de Juárez y Menotti, históricos futbolistas del Rosario Central argentino en la década de los sesenta del siglo pasado. Usarían sus motes para referirse a ellos porque en prácticamente ningún país hay tanto arraigo con los apodos como en Argentina. Diego Armando Maradona les pareció a los argentinos un nombre y un apellido parcos de entidad para nombrar a su gran estrella y le convirtieron primero en El Pelusa y después en Maradó hasta que definitivamente decidieron ascenderle al cielo: fue El Pibe de Oro, Barrilete Cósmico y D10S. Trino y uno, como la Santísima Trinidad. Incluso tiene hasta su propia iglesia.

Si queréis leer el reportaje completo, publicado en la revista As Color, número 208, de Diario As, podéis hacerlo en el siguiente enlace:

visor.kioskoymas.com/visor/ascolor/

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