Integración con el fútbol


(Foto: http://www.interguadalajara.galeon.com/)

Subo hoy el reportaje sobre integración racial a través del fútbol que el otro día finalmente no subí. Lo publiqué el viernes 6 de marzo del 2009 en la edición de papel del extinto Guadalajara Dosmil, lo titulé 'Integración con el fútbol' y su texto era éste:


Integración con el fútbol

“Lo más noticiable de este equipo es, precisamente, que no tiene nada de especial. Es un vestuario exactamente igual que cualquiera con españoles, las mismas bromas, la misma gente, los mismos cabreos porque no me has echado el balón…”. Esas palabras del técnico Miguel Ángel San Andrés Yela sirven para explicar el logro conseguido por el CD Intercontinental y, especialmente, por su equipo de la Segunda Autonómica de fútbol. Un conjunto multicultural, donde conviven, entre otros, españoles –algunos de ellos inmigrantes internos–, marroquíes, rumanos, angoleños, argentinos o italianos; con la normalidad como hilo común. “La idea es que sea un equipo normal, no que tenga una nota especial. Al fin y al cabo, eso es lo que se llama integración”, añade al respecto Raúl Rodríguez, de la Asociación Vasija, la encargada de crear el club.

Pero, lo cierto es que, dentro de esta normalidad, el Inter es un ejemplo único de integración en toda España. Y lo ha conseguido con el fútbol, con el deporte; aunque si bien, como apunta Mariano Urraco, sociólogo y jugador del Inter en su trabajo ‘Todos naranjas’, “el fútbol no es la panacea para los problemas de integración en la sociedad de acogida de la población inmigrante”. Y concluye: “Habrá, no obstante, en sus interacciones más o menos toscas [...] escenas (cotidianas también) que, si bien no dejarán la impresión de "integración" tal y como ésta se ha construido en el imaginario colectivo [...], contendrán el germen de la actitud igualitaria original e imprescindible para un genuino reconocimiento de una común condición humana, una verdadera solidaridad o fraternidad, apoyada en actitudes positivas o negativas”. Y eso es precisamente lo que ha conseguido el Inter: una integración entre sus jugadores, sin importar su nacionalidad. “Es importante que se visualice la importancia de esto para la sociedad de la igualdad... En el deporte todos son iguales, se ponen la camiseta y ya no hay nacionalidad, tú eres del Inter y ya está”, reconoce Rodríguez sobre esa misma idea.

El fútbol, la excusa

Una integración con un denominador claro: la pasión por el fútbol. “El fútbol es igual en todos los países y, por lo tanto, cualquier persona que viene de fuera en cuanto ve un balón puede integrarse y jugar. Da igual de la nacionalidad que seas, siempre que hay un balón, el fútbol puede integrar, por supuesto que sí, y la prueba es que aquí se ha hecho”, explica el entrenador del Inter.

Una opinión a la que se adhieren los propios jugadores. “La gente que ha venido se ha integrado muy bien. El fútbol es un deporte que integra, si te gusta, va uniendo a la gente”, asevera Cristian, un rumano que juega en el cuadro capitalino desde su creación. Por su parte, Maroian, un joven marroquí que también defiende la camiseta naranja del Inter, le completa: “Para mí es perfecto, me llevo con todos bien, no me importa de qué país son; lo que nos gusta es el fútbol”, sentencia. “El caso del Inter es único en España, un proyecto de integración social a través del deporte; juntando españoles con extranjeros”, continúa Urraco. Y añade: “Más que la integración, de momento se consigue la participación; pero la integración entre nosotros es total”.

Pese a todo, el camino hacia la integración ha sido complicado para el Inter, que al principio no sólo sufría el recelo de los rivales, sino también de sus propios componentes. “Yo llegué al segundo mes y, al principio, sí que se veía que por una parte estaban los rumanos y por otro los marroquíes. Había menos españoles. Con el tiempo nos conocemos y el recelo se va perdiendo; te das cuenta que la gente viene a jugar al fútbol y, como la motivación es la misma, nos reconocemos como iguales, que es lo importante”, asegura Urraco. Su técnico continúa en la misma línea: “No sé de qué nacionalidad son; son personas y es lo mismo que cuando he estado en otros equipos: es fútbol”, explica. Y añade: “El truco de este equipo es la naturalidad que tienen, el conseguir que dé igual de dónde seas… Te puedes reír con un italiano, con un angoleño. Se llevan muy bien y, para mí, eso es lo mejor, aunque eso se perdería con un carácter competitivo”. De hecho, el propio San Andrés Yela puso una norma nada más llegar al banquillo del Inter: todos los jugadores juegan un mínimo de 30 minutos en cada partido, vaya como vaya el resultado. “La clave de un equipo es que todo el mundo esté a gusto y aquí, como no se cobra, la clave es que todo el mundo juegue”, asegura. “Lo que le hace a este equipo especial es las ganas de todos de jugar, partiendo de que somos un equipo malo. Somos gente distinta que tiene el componente de igualdad de querer hacer lo mismo y que se pueda desarrollar una integración, eso es lo que hace que sea una iniciativa provechosa para todos. Porque todo el mundo aprende de esto, no sólo de fútbol, sino también de lo que está fuera del campo”, concuerda Urraco.

De hecho, la capacidad de adaptación de, por ejemplo, los rumanos o los marroquíes, y esa ausencia de competitividad; ayudan –y mucho– a la integración, aunque, en el fondo, todo el mundo quiera ganar. “Ganar siempre motiva a seguir, si pierdes es complicado”, apunta Javier Carlavilla, jugador del Inter y trabajador social de la Asociación Vasija. “Todo el mundo juega, todo el mundo tiene que pasarlo bien y la única manera es jugar al fútbol. Tenemos que mejorar todos los aspectos, pero jugando al fútbol”, añade San Andrés.

Cada vez menos racismo

Con la integración conseguida dentro de la plantilla, el Inter también ha conseguido con el paso de los años ser aceptado por el resto de equipos y aficiones. “En general, el tratamiento ha sido bueno; aunque sí que ha habido un par de situaciones muy puntuales de jugadores. Entre españoles el insulto es “hijo de puta” y, con otras nacionalidades, el insulto es aludir precisamente a su nacionalidad”, cuenta San Andrés Yela, que valora positivamente que sus jugadores “han reaccionado bien y no se han enfrentado” cuando eso ha sucedido. Y añade: “Si yo viera algo feo, saldría al campo y diría que me voy de aquí; en España, en ese sentido, cada vez lo vemos más normal”. “Al final, con el resto de equipos quedamos bien”, le apoya Cristian. “No hay que tomárselo como un problema de racismo, siempre cuando los insultos sean por ser el equipo visitante. En algunos campos sí que se ve algún poso de racismo, pero normalmente no nos tratan de forma especial por el hecho de ser el Inter, un combinado intercultural, internacional, intercontinental”, apostilla Urraco.

Porque, realmente, el Inter ha conseguido su objetivo: integrar con el deporte a los más necesitados, a aquellos que no tienen voz. Aunque, por desgracia y como siempre, la falta de apoyo y dinero puede acabar con la enésima iniciativa loable de esta ciudad. “Necesitamos cantidades ridículas, porque nosotros hacemos casi milagros”, se lamenta Rodríguez. Y añade: “También hay que preocuparse por esos chavales que a veces hasta tienen más ganas, más motivación, y valoran mucho más el deporte porque tienen menos opciones”. “Hay un corte económico, de nivel técnico... A un chaval de 10 años le estás juzgando por su dinero y por si es bueno o no, habrá que darle un margen para que juegue”, sentencia Carlavilla. ¿Acaso alguien lo duda?



Un equipo que mejora cada temporada

Aunque la parte competitiva no sea la más importante del Intercontinental de fútbol, lo cierto es que el conjunto alcarreño mejora cada temporada.  “El primer año fue desastroso, perdíamos todo; ahora el equipo ha dado un paso adelante deportivamente, intentamos jugar”, comenta Mariano Urraco. De hecho, en la temporada de su debut el Inter ocupó la 15ª en el grupo VI de Segunda Autonómica tras siete victorias y 25 derrotas. “Ya le conocía de los otros dos años y había visto una evolución: el primer año eran once personas que saltaban al campo y no eran un equipo; el segundo mejoraron un poco y, ahora, ya son mucho mejor equipo”, añade el técnico Miguel Ángel San Andrés. Y completa: “Han mejorado mucho desde el primer año”. De hecho, en esa línea se muestra también Cristian: “El equipo es mucho más importante que cuando empezó”, analiza.

Lo cierto es que, estadísticamente hablando, en esta su tercera temporada competitiva, el Inter, que el pasado domingo empató a cero con el Alovera B, se acerca a la estimación de puntos hecha por su entrenador al principio de temporada: “Pensé que íbamos a hacer 13 a mitad de temporada e hicimos 12”, aclara San Andrés. No en vano, el Inter es octavo del grupo VI de Segunda Autonómica después de tres victorias, cuatro empates y siete derrotas. “Lo hemos hecho bien”, sentencia el técnico.



Un Club que recoge el talento de la calle, pero que necesita apoyos para sobrevivir

Pese a que algunos de los jugadores que han salido del Inter han acabado en equipos punteros como las Escuelas del Deportivo, lo cierto es que el CD Intercontinental Guadalajara pasa serios apuros económicos que le pueden obligar, incluso, a la desaparición. “No dejamos de gestionar el talento de la calle y de vez en cuando lo encuentras, pero alguien tiene que ayudarnos a nosotros”, se lamenta Raúl Rodríguez, de la Asociación Vasija.

De hecho, el CD Intercontinental va indivisiblemente unido a la Asociación Vasija, creada en 1997 por “educadores que trabajaban en pisos de acogida y que deciden crear para Guadalajara una cosa más familiar en la que los chavales tengan unas condiciones lo más familiares posibles”. Ahora, doce años después, la Asociación Vasija sólo funciona en Guadalajara y provincia, donde tienen,entre otras cosas, dos casas para mayores, otras dos para menores, varias ludotecas, una escuela de tiempo libre; además de realizar cursos para monitores y campamentos urbanos en verano. Todo ello dirigido a la “protección y temas de infancia y de familia”  con la “integración y participación a nivel de infancia y juventud”, aunque también de inmigrantes. No en vano, hace cuatro años, de la habitual búsqueda de actividades de ocio para los chavales de la asociación surgió la idea de crear un club deportivo. El primer año, en colaboración con Aeduca, se formaron los primeros equipos que ahora, tres años después y sólo ya con la estructura de la Asociación Vasija, son diez y reúnen a más de 150 deportistas. Pero los apoyos no llegan y, en palabras de Javier Carlavilla, el Inter se encuentra en un “año de transición”. “Estamos aprovechando las equipaciones y subvención del año pasado; es un año clave: alguien da un paso adelante o se nos va a complicar mucho para la temporada que viene”, recela. Y añade: “Hemos crecido cada vez más como club, pero la financiación cada año ha ido a menos”.

“Tenemos que insistir en que esto es importante que se mantenga; cualquier ciudad como la nuestra que se preocupe de haya una igualdad y una cohesión también tiene que preocuparse de que los chavales con más dificultades también tengan su oportunidad  y a nosotros nos toca representar a esos chavales”, concluye Rodríguez.

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