(Foto: Michael Dalder/http://as.com/)
Como escribe el genial periodista Santi Giménez hoy en su
crónica del diario As, “todo gran equipo está condenado a eclipsarse con una
gran derrota”. Le ocurrió al Real Madrid de la Quinta del Buitre en San Siro o
al Dream Team de Cruyff en aquella final de Atenas, y le pasó ayer a este Barça
de la posesión y la presión tras pérdida, seguramente el mejor equipo del mundo
en el último lustro y uno de los mejores de toda la historia del balompié.
Los artificios de los comunicadores explicarán el desastre
basándose en los errores de Kassai para poder contentar una vez más a todos
aquellos aficionados que solo entienden el fútbol, el deporte, enfundados tras
la zamarra de un color determinado, pero la victoria del Bayern fue marcial, un
partido de recreo en el que los preadolescentes velludos de octavo de EGB pasan
por encima de inocentes niños de primero de EGB. Gol tras gol. Llegada tras
llegada. Disparo tras disparo. Carrera tras carrera. Una batalla tras otra
ganada cuando el rival todavía está intentado planear su defensiva en las
trincheras del frente, quizá hasta en la retaguardia. Las comparaciones, desde
el planteamiento táctico y capacidad de reacción de los entrenadores hasta la
actuación individual de cada jugador, en este caso son tan odiosas que parece
casi mejor omitirlas.
No se engañen: el Barça seguirá ganando muchos títulos (esta
Liga, sin ir más lejos en el tiempo) en los próximos años, pero la goleada
encajada en el Allianz Arena supone el fin de una era de incontestable
superioridad, el the end de una época
dominada a base de movilidad y solidaridad en el toque, y carreras fulminantes
de un astro con ascendencia argentina. Y, aunque Messi o Iniesta seguirán
destrozando la cintura de sus rivales en el futuro más reciente, y aunque el
equipo azulgrana seguirá bailando en corrillo en el centro del Camp Nou sobre
un manto de serpentina de títulos, los historiadores deportivos recordarán que
el esplendor del ciclo se acabó un martes 23 de abril del 2013 en la
melancólica noche de Munich. Y tendrán razón al anunciar su ocaso.
Parafraseando a Giménez, todo gran equipo merece, por
justicia poética, que le llegue su gran derrota. Es una teoría inapelable en el
mundo del deporte, más cíclico todavía que la propia historia, más comunicante todavía
que la teoría de los vasos comunicantes. En el deporte nada es eterno, ni
siquiera el recuerdo, y siempre llega el momento en el que los triunfadores
caen. Es entonces cuando emerge un equipo con una dinámica ascendente que
destrona al viejo triunfador, cuyo pretérito aroma a perfección permite
esconder en el tiempo su clara dinámica descendente. Pero no para siempre. Solo
hasta que el joven aspirante destrona al viejo campeón en el primer round de un combate de boxeo. Supongo
que con remates de cabeza desde el cielo y contras letales desde la banda hacia
el centro.
El Barça vivió ayer el final de su lustroso ciclo, pero
puede que en realidad esa gran derrota solo suponga el inicio de otro ciclo con
tantos o más éxitos. Lo único que tiene que hacer es analizar las causas y ser
fiel a su identidad, mirar a largo plazo y criticarse constructivamente sin
destruir todo lo que ha conseguido a lo largo de este tiempo. Porque como dice
otro periodista (aunque no ejerza) genial, Alberto Suárez, “lo bueno de un club
con personalidad es que el fin de un ciclo es sólo el principio del siguiente”.
Y eso también es una gran verdad. Como las grandes derrotas que eclipsan a los
grandes equipos.
La misma frase que puede aplicarse a un Bayern que coronó su nuevo ciclo ayer. Lo más curioso, que ese gran momento pase ahora por el fichaje de un nuevo entrenador. Quizá estemos presenciando el inicio de un largo ciclo de hegemonía alemana, encabezada por el propio Bayern, con la potencia económica, los jugadores y los mejores técnicos sentando las bases.
ResponderEliminarEso sí, yo no veo en el Barça un punto y a parte, pero creo que hace falta más reflexión y acción que el punto y seguido que se ha hecho esta temporada.
Juup Heynckes es probablemente el entrenador más infravalorado de los últimos veinte años.
ResponderEliminarEl Bayern lo tiene todo para comenzar un ciclo victorioso: entrenador (con Guardiola, también), jugadores, equipo, refuerzos (Götze, quizá Lewandowski), potencial económico, competición saneada y en progreso exponencial (Bundesliga), afición... Pero no hay que olvidar una importante realidad de los diez últimos años: siempre, siempre, siempre (en contra del "never, never, never" de Florentino Pérez), el Real Madrid y el Barça tendrán la capacidad económica necesaria para competir con cualquier rival, incluido el Bayern. Messi de azulgrana y Cristiano Ronaldo de blanco es el ejemplo más claro. Y el reparto televisivo de la LFP el santo grial de esa realidad.
Gracias por el comentario.
Un saludo.