(Foto: http://es.eurosport.yahoo.com/)
Os dejo un texto que he escrito para la etiqueta Siempre Quise Ser Derek Redmond. Es sobre el Barça-Milan:
Si el FC Barcelona pierde ante el AC Milan es probable que
al día siguiente lean este titular: "Se acabó el ciclo". En cambio,
si los azulgranas son capaces de derrotar al cuadro milanista y pasar la
eliminatoria lo más seguro es que el titular que lean sea este: "El mejor
equipo de la actualidad". En realidad, los dos titulares son rotundamente
falsos.
Posiblemente no hay ningún conjunto en el mundo más
capacitado que este victorioso Barca para voltear la serie y pasar a cuartos de
final. Con un excelso ramillete de jugadores, el equipo azulgrana ha dominado
el balompié mundial en los últimos años merced a un marcado estilo de juego y
posesión, la punta del iceberg de una filosofía deportiva que empezó a
gestionarse hace ya 25 años. Precisamente, ha sido la fidelidad a ese proyecto
deportivo pese al paso de los años lo que ha permitido al club catalán alzar
título tras título. Porque, tras la determinante figura de jugadores como
Messi, Iniesta o Xavi prevaleció la idea adquirida frente a los avatares y las
dificultades. Como en este partido ante el Milan, el éxito no era el final,
sino el camino. Un camino trazado sobre un esférico y las ganas de trascender a
los instantes. Y, sobre todo, con el conocimiento indiscutible de saber que ese
camino solo podía ser recorrido según la filosofía adquirida.
Pero, nadie puede dudarlo tampoco, el Milan también tiene
sus opciones reales de pasar esta eliminatoria. Con una magnífica renta de la
ida, el equipo lombardo conoce de sobra su apuesta para resistir en el Camp
Nou. Cada vez son más los conjuntos que han demostrado la vulnerabilidad del
Barça, lejos de esa versión reciente ajena a la derrota. Líneas juntas,
solidaridad en la presión y rapidez tras robo para aprovechar los espacios
concedidos por un equipo azulgrana que ya no recupera la bola con prontitud
cuando la pierde. Un Barça que tampoco encuentra las vías para tapar la
autopista libre hacia una portería acostumbrada a estar vedada para los rivales
y más aún para los goles en contra.
Por ahí, por los goles en contra, empiezan a enumerarse sus
problemas actuales, pero en una suma entre lo de fuera y lo de dentro del campo
todos esos problemas proceden del mismo causante: la pelota, el amado esférico que
destroza redes y crea fábricas de desilusiones. Con una filosofía, aumentada
hasta el infinito con la llegada de Guardiola como técnico, en la que la
posesión vertebra la defensa y el ataque, el FC Barcelona de la actualidad se
pierde en una desmejorada versión propia que ha olvidado la profundidad, los
desmarques de ruptura o el encare definitivo para crear superioridad
posicional. Su posesión es una falacia, una mentira que sirve para cumplir
récords en los almanaques de datos, pero que se sustenta numéricamente en su
propia línea defensiva, donde el peligro del gol es más bien para sí mismo que para
el rival. Actualmente, la posesión del Barça conserva su esencia, su estética,
pero ha perdido su fin, la creación de espacios desde la asociación en la
medular para las llegadas en banda de Alves, la maduración de una jugada para
la aparición de un jugador desde la segunda línea, el pase que supera dos
líneas defensivas para iniciar la cabalgata de Messi… En definitiva, la heterodoxia
que concedía a su ortodoxia la perfección del triunfo.
El Barça tiene un problema con su juego y ese problema es
grande pese a su triunfal marcha liguera. Es un problema que se sustenta en el mal
uso del esférico y de la posesión, pero que se explica también desde el
agotamiento del éxito. Desde la ausencia de la meritocracia y la clase media.
Desde la renuncia a la lucha tras la pérdida del balón y la negación
sistemática de que cualquier filosofía, por muy perfecta que pueda parecer
apriorísticamente, siempre necesita ser mejorada con el paso del tiempo para
que tus rivales no encuentren la fórmula de ganarte. Eso también le pasa al
Barça aunque sus jugadores y dirigentes todavía no se hayan querido dar cuenta.
El Barça tiene un problema con su juego y ese problema es
grande, pero también tiene la capacidad de eliminar al Milan y volver a ser uno
de los favoritos para ganar la Champions League. Porque este partido no es ni
el final de un ciclo, ni el ejemplo definitivo para demostrar su incontestable superioridad.
Este partido solo es un encuentro más en el horizonte de una tendencia, de una
dinámica al alza o a la baja. Puede que el final de este encuentro sí que
decida la dirección de esa dinámica. Es el Barça el que decide. Solo tiene que
ser fiel a sí mismo y al mismo tiempo actualizar los errores de su versión.
Capacidad tiene para lograrlo.
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