Risas contagiosas


(Foto: Yohana Agudo)

Os dejo el reportaje que he hecho para el Esedosuno sobre la obra de teatro para todos los públicos que están representando Los Payapeutas Payasos de Hospital. Eso sí, os recomiendo encarecidamente que veáis directamente el reportaje en el Esedosuno, porque aquí solo pongo el texto y las fotos de Yohana Agudo son maravillosas:


Si un día estáis tristes, probad a presenciar un espectáculo para niños. Las risas son contagiosas y, al final, a juzgar por las caras que se ven, no se sabe quién ha disfrutado más, si los propios niños o los adultos que les han acompañado.

Esa sensación, la de disfrute generalizado de 0 a 99 años, fue también la que consiguió trasladar el pasado domingo en la Ludoteca El Bosque Animado la gala de teatro para todos los públicos que realizaron Los Payapeutas Payasos de Hospital, pertenecientes a la Asociación Chiquilicuatres. Fueron más de una hora de risas continuas y liberadoras, interacción con el público e improvisación, cuentos y malabares, que dejaron más que satisfechos a los asistentes, algunos de los cuales repetían por segunda vez tras la primera experiencia del pasado mes de diciembre.

Con el aforo completo, Kike Sanz, caracterizado en su papel de Wilson Brown, hace tiempo hasta que llegan los más rezagados con un truco de magia con cartas, pero sobre todo comienza a interactuar con los asistentes, una constante que se repetirá a lo largo de toda la representación teatral. “Dile algo que pueda enfadar a la carta”, le pide Kike a un niño. Y el niño le contesta “culo” con toda su inocencia y ante la risa generalizada del público.

Alicia Arroyo, sin la bata de la doctora Tirita pero con falda, tal y como se encarga de recordar otro niño desde el público, releva a Kike en el escenario para contar la historia de un bosque en el que tienen cabida hojas de árboles que se convierten en peces o en nubes, ratones como Faustino, ranas como Marciana o cebras como Camila. Los niños, hiperactivos a lo largo de toda la actuación, quieren acertar el animal escondido del próximo cuento antes de que la propia Alicia comience a recitar las pistas para adivinarlo. “Lo iba a decir yo”, sugiere una niña después de que otro niño acertara el animal en cuestión. Y, ante el fondo eterno de las risas y los aplausos, Alicia les pide a todos los niños que pongan caras de buenos, de enfadados, de tristes, para poder elegir a cinco voluntarios para el siguiente cuento. Incluso, si Alicia pide a una niña que dé saltos de alegría, la niña también se pone a saltar con energía, porque esta obra de teatro se retroalimenta con su público. Por eso, cuando una niña avisa a Alicia de que se ha descosido el hilo que sujeta la letra B del cuento de la palabra NO, Alicia contesta sin importancia. “No pasa nada”, replica. Y es la verdad: todo es visto desde una perspectiva de rotunda normalidad que concede dinamismo al global de la representación.

Con la cebra Camila, el caballo Pichirilo, un tucán, una libélula que encuentra cosas por eBay, un lobo resfriado o un pato-pollo que se traduce a sí mismo, se acaban las historias de un bosque lleno de fantasía que ha cumplido con su misión de entusiasmar a los más pequeños. Y, también, de enseñarles. “Su madre se va a dar cuenta porque las rayas no son negras”, insiste una niña antes de que Alicia cierre el cuento de la cebra Camila con una moraleja llena de verdad y amistad. “Os voy a dejar con un amigo”, se despide Alicia. “Está loco”, le responde un niño generando una nueva risa global.

Ese amigo al que presenta Alicia es Kike Sanz caracterizado de Wilson Brown y, aunque pueda parecerlo, no está loco. Tras ser derribado por un avión enemigo, este explorador y su amiga la araña Ernesta se encuentran en una isla desierta rodeada de agua. O, lo que es lo mismo, del propio público. “Ya estamos en las montañas, es una isla pequeña”, bromea Wilson antes de ponerse a escribir “Hola, estoy aquí” en tres raquetas de playa. Después, se pone a hacer malabares con las raquetas y, cuando un niño le coge una de ellas que ha caído al suelo, Wilson simplemente dice “se la ha quedado el mar” para provocar otra vez esas risas contagiosas que se recuerdan días después. El niño devuelve la raqueta y Wilson reconoce que “este mar devuelve las cosas”. Y las risas son ya tan contagiosas y generalizadas que habrá que recurrir a la verdad inocente de los niños para poder transmitir la sensación de ese momento. “Es tronchante”, dice uno de los niños. Y tiene razón.

Porque el mar que rodea a la isla en la que está Wilson Brown nunca está quieto. Un niño le tira una botella de agua y el explorador aprovecha para beber de ella. “Esta isla interactiva me mola”, bromea Wilson Brown antes de meterse en el agua perseguido por tiburones y medusas que acaban subidos encima de él. “Me habéis ganado”, grita un exhausto Wilson Brown, que todavía tiene que salvar a su amiga la araña Ernesta tras caerse a un váter –“Esta isla tiene de todo, hasta váter”, mantiene un niño tras verlo–, hacer más malabares con “huevos irrompibles” y salir de la isla tras arreglar su avión con un chicle.

Al final, Wilson Brown, quizá ya convertido de nuevo en Kike Sanz, consigue salir de la isla y se reencuentra con Alicia Arroyo para cerrar la actuación con un sorteo para los más pequeños. Es el final de una actuación, amena y de risas contagiosas y liberadoras, que culmina con un deseo. “Esperamos no veros nunca por el hospital”, les desea Alicia a todos los asistentes. Porque precisamente ese, el hospital, es uno de los sitios donde los Payapeutas reparten sonrisas a los que más las necesitan. Y se puede asegurar sin miedo a equivocarse que sus risas sí que son contagiosas.

¿Qué son los Payapeutas Payasos de Hospital?
Formados en el mundo del clown, el circo y los malabares, Los Payapeutas Payasos de Hospital nacen en el año 2009 dentro de la Asocación Chiquilicuatres, fundada un año antes. Con un marcado carácter social, entre sus miembros se pueden encontrar psicólogos, educadores, farmacéuticos o ludotecarios que tienen el objetivo de colaborar en la recuperación de la salud de los pacientes hospitalizados a través del juego y la risa.

Siendo un proyecto pionero en toda Castilla-La Mancha, Los Payapeutas Payasos de Hospital desarrollan actualmente su labor en el Hospital General Universitario de Guadalajara, el Instituto de Enfermedades Neurológicas y la Residencia de Mayores ‘Los Olmos’, si bien es un proyecto en continua expansión tanto en la formación de clown profesionales (se requiere formación muy concreta y especializada también en psicología y ambientes hospitalarios) como en las galas, talleres y espectáculos que desarrollan para todos los públicos. Teniendo en cuenta su objetivo de contribuir a mejorar la calidad de vida de los pacientes, cuidadores y familiares, ayudándoles a soportar mejor las estancias hospitalarias, desdramatizando el entorno médico y ofreciendo momentos de relax, juego y distracción a través del humor, la risa y la fantasía; se puede colaborar con ellos aportando trabajo voluntario, haciéndose socio del proyecto o patrocinando un proyecto en su totalidad. Las maneras para contactar con Los Payapeutas Payasos de Hospital son las siguientes:

- Teléfono: 638418536
- Correo Electrónico: lospayapeutas@yahoo.es
- Web: 
http://payapeutasterapeutasdelarisa.blogspot.com.es/
- Facebook: Payapeutas Payasos de Hospital
- Domicilio: Ludoteca 'El Bosque Animado'. Calle Laguna de Taravilla, 4 local. 19005, Guadalajara.

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