Deporte en Navidad



(Foto: http://www.mundodeportivo.com/)

Si estuvieron el primer día del año en Alemanía seguro que pudieron disfrutar de la primera prueba del torneo de los Cuatro Trampolines de salto de esquí después de ver cómo el THW Kiel caía en la cancha del Flensburg-Handewitt el día después de Navidad. En cambio, si estuvieron en Estados Unidos, seguro que, después de ver el domingo la última jornada de la temporada regular de la NFL, cerraron el año en la cancha de algún equipo de la NBA y lo abrieron en la cancha de otro equipo de la liga de baloncesto americana. Incluso, si me apuran, puede que estuvieran ayer abriendo el año en Londres viendo al West Ham ganar al Norwich City y que hoy hayan llegado a tiempo a Glasgow para ver al Celtic derrotar al Motherwell. Y todo ello en el supuesto de que no estuvieran en Canadá y pudieran ver algún torneo de curling, ese deporte que tanto llama la atención a mi amigo José Enrique y del que me pide escribir día sí y día también. Yo lo pongo aquí por escrito para saldar mi deuda, aunque reconozco que sería demasiado friki incluso para mí reconocer que en alguna que otra ocasión he disfrutado viendo en la televisión algún campeonato de ese deporte de precisión. Da igual, soy un friki. Ya está. Dicho.


Me encanta que haya deporte en las épocas navideñas, aunque es cierto que es bastante complicado encontrar competiciones profesionales en España que no paren en estas fechas, a excepción este año de la Liga ACB (con un Barça-Real Madrid el domingo 30) o la Euroleague de baloncesto (con jornada mañana y pasado). Habrá más excepciones, claro está, pero mientras escribo esto no las recuerdo. Lo que sí que recuerdo es que la competición en Primera y Segunda División de fútbol paró el 22 de diciembre y que no regresará hasta este fin de semana, que la competición de la LNFS tiene las mismas fechas en este caso que las de fútbol o que la Liga ASOBAl, Mundial de España mediante, se despidió el 15 de diciembre y no regresará hasta febrero.

Les aseguro que entiendo todas las razones que pueden llevar a las competiciones nacionales a parar en Navidad. Todas y cada una de ellas: convenios colectivos, acuerdos entre competición y asociaciones de jugadores, derecho de los deportistas como trabajadores que son a descansar en estas fechas, etcétera. Todas y cada una de ellas, pero, sin embargo, sigo sin entender que el deporte pare en Navidad en España. Porque veo las competiciones del resto de países, el Boxing Day de la Premier League como paradigma, y me encuentro campos llenos a rebosar con miles de niños que visten los colores de sus equipos del alma y gastan la mejor de sus sonrisas ensoñadoras. Y entonces es cuando me doy cuenta de que precisamente esos niños son los futuros espectadores, los futuros entrenadores, los futuros jugadores, los futuros deportistas y que días como ese les hacen amar todavía más el deporte. Así de sencillo.

Y es que, aunque no lo crean y evidentemente no lo parezca, el deporte sigue siendo para ellos. Para los niños. Para usted. Para mí. Para cada una de esas personas que siguen amándolo sin recibir nada a cambio. Sólo el placer de practicar o ver deporte. Que no es poco.

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