La ausencia de dinero democratiza el fútbol



(Foto: http://esquemadejuego.es/)

¿Conocen a Lukas Podolski, el delantero del Arsenal y de la selección alemana de fútbol? Seguro que sí. Estoy tan seguro de ello como de que probablemente no lo conocerían ahora si el Colonia no hubiera atravesado un pésimo momento deportivo y económico cuando él debutó en la temporada 2003/2004 con 18 años. Y digo probablemente porque nunca lo sabré, ya que Podolski tiene calidad de sobra para haberse convertido en un gran futbolista en otro contexto deportivo y económico, pero lo que sí que tengo claro es que el hecho de que el Colonia estuviera luchando por evitar el descenso en la Bundesliga y que el técnico Marcel Koller no tuviera presupuesto para fichar ayudó mucho para que finalmente aquel zurdo de origen polaco pudiera dar el salto de las inferiores al primer equipo.


La ausencia de dinero democratiza el fútbol, lo naturaliza, aunque siempre haya que dejar fuera de esa afirmación a los transatlánticos del balompié mundial, a los Barça, Real Madrid, Manchester United, Chelsea, PSG y compañía. Las crisis suponen cambios, evoluciones, y agudizan la búsqueda de soluciones. Cuando no hay dinero para malgastar en talento, cuando no se puede fichar año tras año a jugadores, nacionales o extranjeros, que no valen para nada ese dinero invertido en ellos, pero que encajan extrañamente dentro del sistema de traspasos y comisiones de los representantes del fútbol mundial; el talento hay que buscarlo a coste cero en las entrañas de la sala de máquinas del balompié con aroma más verdadero. En las divisiones más modestas. En el semiamateurismo. En la juventud. En esos futbolistas que prometieron de niños, pero que se quedaron por el camino. En todos aquellos jugadores, jóvenes o no, que todavía tienen ganas de comerse el mundo.

Con el número 32 a la espalda, Víctor Rodríguez consiguió ayer domingo en el Estadio Nuevo Los Cármenes su primer gol en Primera División. Criado en la cantera del Mercantil y del FC Barcelona, el jugador barcelonés pasó en juveniles por el Badalona, equipo con el que también jugó sus tres primeros años senior en el grupo III de la Segunda División B del fútbol español. Tras destacar en el equipo badalonés, y a sus 23 años, el Real Zaragoza lo firmó este verano para su filial, que también milita en la categoría de bronce del balompié nacional. Ahora, apenas unos meses después, Víctor Rodríguez es titular indiscutible en este arranque liguero del cuadro de Manolo Jiménez y, tras su partido en Granada, ha renovado automáticamente hasta el 2015 con el primer equipo del Real Zaragoza.

Las virtudes de Víctor Rodríguez son muchas y evidentes. Rapidez, polivalencia, calidad, habilidad, descaro, compromiso y, sobre todo, ilusión y trabajo. Pero, al igual que sus virtudes, también es evidente que el extremo catalán habría tenido mucho más difícil saltar desde Segunda División B a Primera División si el Real Zaragoza no atravesara desde hace años un pésimo y lamentable contexto económico y deportivo (por ejemplo, además de Víctor Rodríguez, en el partido de ayer del Real Zaragoza jugaron dos jugadores que ficharon este verano de Segunda División -Montañés y Javi Álamo- y otro de Segunda B -José Mari-). Porque las crisis agudizan las búsquedas de talento. Y la ausencia de dinero democratiza el fútbol. Aunque en el Real Zaragoza, y en muchos otros clubes, lleven años sin darse cuenta de ello.              

Comentarios