Dejaré de estar desconcertado



(Foto: http://es.globedia.com/mireia-belmonte-cuelga-plata-200-mariposa)

Hay deportistas que siempre me han desconcertado. Mireia Belmonte, la primera medallista de la expedición española en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 después de hacerse con la plata en la prueba de 200 metros mariposa de natación en categoría femenina, es una de ellas.


Con un infinito y precoz talento, capaz de trabajar duro y eternamente en busca de lograr sus sueños, la badalonesa cuenta con tan solo 21 años con un ilustre palmarés de casi 20 medallas en grandes competiciones, entre las que se incluyen cinco oros en Europeos de piscina corta, otros tres en Mundiales de piscina corta, otros dos en Europeos de piscina larga y la reciente medalla de plata, su primer metal en unas Olimpiadas. Un palmarés excelso, sublime para una deportista de su corta edad, pero que no me hacía estar satisfecho del todo con sus prestaciones en las grandes competiciones, que me dejaba una y otra vez desconcertado entre mis continuos sentimientos de alegría por sus grandes resultados, por sus éxitos, y mis deseos de que sumara todavía más medallas.

Porque, pese a que reconozco sin reservas el mérito de Mireia Belmonte desde aquel doblete de oro en el Mundial Junior de Río de Janeiro en el año 2006, en mi interior siempre, competición tras competición y aunque subiera al podio en varias ocasiones, esperé más de la nadadora del CN Sabadell. Por su calidad intrínseca. Porque su techo solo podía estar en el olimpo de los dioses de la natación.

Hace un rato he sido feliz y para nada he estado desconcertado. Y no solo por haber visto a la nadadora de Badalona alzarse con su primera medalla olímpica tras una prueba magistral, valiente, con fuerza y decisión; sino porque realmente es un metal merecido. MERECIDÍSIMO. Por todo el esfuerzo que Mireia Belmonte, estandarte de un deporte minoritario que tiene que luchar por resistir en la sombra y sin apoyos económicos, como muchos otros; lleva realizando desde hace muchos años y por toda la presión que ha tenido que soportar en sus últimos cuatro años de carrera. Por creer en sí misma, por pelear hasta la última gota de sudor por un objetivo, por ser cabezona para volver a demostrar una vez más que los sueños se pueden cumplir pese a que los pensamientos descorazonadores del exterior podrían haber acabado con sus ilusiones.

Nunca dejé de reconocer su mérito, pero lo que ha hecho hace un rato Mireia Belmonte también me sirve para olvidarme de estar siempre desconcertado con ella. Hay pocas medallas tan merecidas como la suya. Hay pocos ejemplos de perseverancia, de reivindicación, tan bonitos como el suyo. Hay pocas razones mejores para tacharla de mi lista de deportistas que me desconciertan.

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