El cemento de La Catedral



(Foto: http://www.mas-abogados.com/Aprobado-definitivamente-el-Plan-Especial-Viario-Accesos-de-San-Mames--30486.html)

Todo se puede simplificar. El fútbol no es más que veintidós futbolistas corriendo detrás de un balón sobre un campo de hierba. El ciclismo no es más que gente montada en bicicletas subiendo, bajando y pasando calor o frío. El baloncesto no es más que jugadores altos lanzando una pelota naranja dentro de un aro. El tenis no es más que dos señores o señoras pasando de un lado a otro una bola amarilla pequeña mientras gritan. La natación no es más que gente que se mete dentro del agua y empieza a moverse desde el inicio al final de la piscina. El automovilismo no es más que pilotos que se sientan dentro de una máquina para llegar a otro sitio diferente. El atletismo no es más que personas corriendo porque les apetece. Los deportes, el deporte, no son más que eso: pequeños actos, sin importancia, a modo de hobby, que pueden ser simplificados. Muchas personas piensan así. Y tienen razón.


El deporte no es más que eso: acciones sin sentido aparente, más allá del disfrute personal, simplificadas. Pero hay gente que en un metro cuadrado de césped ve también magia. Y personas que en cada sombra que se forma en la cuneta de las carreteras de los Alpes conoce gestas y desgracias, caídas y escapadas. Y seres humanos que se sorprenden cada vez que algún baloncestista desafía la Ley de la Gravedad para volar por encima de la canasta. Y hombres anónimos que descubren que la vida y la muerte dependen de que una bola de tenis caíga a la izquierda o a la derecha de la red tras tocar en la cinta, como en la película de Woody Allen. Incluso hay hombres a los que todavía no he llegado a conocer que cuentan los segundos que tardan los nadadores en dar cada brazada y otros sienten cómo su corazón deja de latir en cada curva de un circuito de motos o coches. Hay gente, de hecho, que suda y se hidrata más que el corredor de maratón que vomita su última gota de aliento pensando en que la meta cada paso está más cerca.

Todo se puede simplificar. El rugby no es más que ese deporte de gente ruda, aunque en realidad sea el deporte que mejor ejemplifica todos los valores del deporte. Pero todo se puede simplificar. Porque San Mamés no es más que una mole de cemento instalada en Bilbao. Pese a que para mí ese cemento, esas piedras, esas baldosas, signifiquen FÚTBOL. HISTORIA. VERDAD. PASIÓN. BELLEZA. EMOCIÓN. FELICIDAD. Y esos sentimientos sí que no los puedo simplificar.

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