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Foto: http://as.com/ |
Hasta hace unos años, Andy Murray, ganador en la actualidad de
tres Grand Slam, 14 Masters 1000, dos oros olímpicos y número 1 de la ATP, era
considerado un perdedor. Nadie dudaba de su calidad como tenista, pero sí de su
capacidad para trascender en los momentos claves, para pasar de ser un buen
deportista a uno genial, para convertirse en un convincente ganador de los
títulos más importantes. Sus detractores defendían su tesis con hechos,
principalmente cuatro: las palizas en tres sets que le dio Roger Federer en las
finales del US Open 2008 y el Australian Open 2010, la paliza en tres sets que
le dio Novak Djokovic en el partido por el título del Australian Open 2011 y la
remontada de nuevo del tenista suizo en la final de Wimbledon 2012, que elevaba
hasta 76 años consecutivos la cifra sin triunfos británicos en el cuadro
individual masculino del histórico torneo londinense. El último en ganarlo fue
Fred Perry antes de dedicarse a vender polos y camisas con un laurel bordado en
el pecho y al tenista escocés ni siquiera le salvaban sus ocho títulos de
Masters 1000 de entonces. Era un perdedor: de diez presencias en semifinales de
Grand Slam, el resultado era cero títulos, ninguna botella de champán. “El
tenis es un deporte de perdedores”, que diría McEnroe, ganador de siete Grand
Slam, perdedor de otros cuatro, semifinalista en otras ocho ocasiones más.
Si queréis leer el reportaje completo, publicado en la revista As Color,
número 238, de Diario As, podéis hacerlo en el siguiente enlace:
Y también en la página web de As:
http://masdeporte.as.com/masdeporte/2016/12/20/portada/1482223171_359382.html
http://masdeporte.as.com/masdeporte/2016/12/20/portada/1482223171_359382.html
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