Nadie besa a los perdedores

Foto: http://as.com/
Andy Murray y los Chicago Cubs han sido algunos de los grandes triunfadores del deporte en el año 2016, pero hasta hace poco formaban parte de una extensa lista: la de los eternos segundones

Hasta hace unos años, Andy Murray, ganador en la actualidad de tres Grand Slam, 14 Masters 1000, dos oros olímpicos y número 1 de la ATP, era considerado un perdedor. Nadie dudaba de su calidad como tenista, pero sí de su capacidad para trascender en los momentos claves, para pasar de ser un buen deportista a uno genial, para convertirse en un convincente ganador de los títulos más importantes. Sus detractores defendían su tesis con hechos, principalmente cuatro: las palizas en tres sets que le dio Roger Federer en las finales del US Open 2008 y el Australian Open 2010, la paliza en tres sets que le dio Novak Djokovic en el partido por el título del Australian Open 2011 y la remontada de nuevo del tenista suizo en la final de Wimbledon 2012, que elevaba hasta 76 años consecutivos la cifra sin triunfos británicos en el cuadro individual masculino del histórico torneo londinense. El último en ganarlo fue Fred Perry antes de dedicarse a vender polos y camisas con un laurel bordado en el pecho y al tenista escocés ni siquiera le salvaban sus ocho títulos de Masters 1000 de entonces. Era un perdedor: de diez presencias en semifinales de Grand Slam, el resultado era cero títulos, ninguna botella de champán. “El tenis es un deporte de perdedores”, que diría McEnroe, ganador de siete Grand Slam, perdedor de otros cuatro, semifinalista en otras ocho ocasiones más.

Si queréis leer el reportaje completo, publicado en la revista As Color, número 238, de Diario As, podéis hacerlo en el siguiente enlace:


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