Nick Hornby responde por mí



(Foto: http://www.bbc.co.uk/radio4/features/desert-island-discs/castaway/31b19da8)

La primera vez que leí, hace ya muchos años, 'Fever pitch' de Nick Hornby no trabajaba de periodista. Disfruté de cada línea escrita como hincha, como obseso del deporte y del fútbol en general, y sonreí con las anécdotas, guionizadas en un ingenioso estilo y empapadas en el mejor humor posible, que contaba el escritor británico en su novela. Me reconocí a mí mismo en más de una de esas anécdotas, sobre todo en las más enfermizas, y supe nada más terminar de leer que esa era la novela definitiva que todo aficionado al balompié debería leer al menos una vez en mi vida. Sin duda.


Sin embargo, nunca fui de las personas que se leen una vez en su vida una novela y después la guardan en el fondo de un cajón para siempre. Todo lo contrario. Por defecto adolescente, siento la necesidad inevitable de volver a leer cuando pasa el tiempo, una década o más, novelas que en su día me marcaron hasta límites infinitos. Por ello, por un camino lleno de razones lógicas, era evidente que llegaría el día en el que volvería a leer la novela traducida al castellano como 'Fiebre en las gradas'. Y llegó. A finales de la semana pasada.

La lectura, ya a punto de ser terminada, está siendo totalmente diferente a la primera vez. Ni mejor, ni peor, simplemente diferente. Antes, leí el libro como un hincha, pero ahora lo estoy leyendo como un periodista deportivo. Sigo disfrutando de las peripecias del protagonista, sigo reconociendo en él mi obsesión balompédica, pero he aumentado mi capacidad de análisis para profundizar en detalles que en la primera lectura me pasaron más desapercibidos. Sobre todo en uno de esos detalles.

Me explico: en el libro, Nick Hornby habla de sus andanzas como aficionado del Arsenal desde 1968 a 1992, 24 años en los que el equipo londinense, considerado uno de los tres grandes clubes de la historia del fútbol inglés junto con el Manchester United y el Liverpool, únicamente alzó los títulos de tres Ligas inglesas, dos FA Cup, una League Cup, una FA Community Shield y una Copa Ferias. Un pobre bagaje de ocho trofeos en casi un cuarto de siglo para uno de los tres equipos más importantes de Inglaterra que seguro que supuso un carrusel de cambios de entrenador de proporciones catastróficas. Eso es lo que pensé y pasé a comprobarlo. Este es el resultado: cinco entrenadores en esos 24 años, en 29 para ser más exactos. Bertie Mee estuvo diez años con tres títulos. Terry Neill estuvo siete años con un título. Don Howe estuvo tres años sin títulos y, tras ser sustituido por Steve Burtenshaw, el escocés George Graham ocupó el banquillo gunner durante nueve años.

El dato me sorprendió. Y me pregunté a mí mismo: ¿En serio? ¿Cinco entrenadores en 24 años para un equipo grande que solo ganó ocho títulos en todo ese tiempo? ¿No es posible? Por ello, quise comparar los datos, en el mismo periodo exactamente, con un equipo español. Elegí al FC Barcelona, aunque bien podría haber sido otro cualquiera, y descubrí que el club azulgrana ganó en ese tiempo cuatro Ligas españolas, siete Copas del Rey, dos Copas de la Liga, dos Supercopas de España, una Copa de Europa, tres Recopas de Europa y una Supercopa de Europa, y tuvo ¡19 entrenadores diferentes! O lo que es lo mismo: el equipo catalán ganó doce trofeos más que el londinense, entre ellos más ligas, más títulos europeos y hasta una Copa de Europa, pero pese a su mayor éxito deportivo contó con catorce entrenadores más que el Arsenal.

El fútbol en España es así, perpetuado en su condición inseparable de visión cortoplacista. Por eso, cuando alguien, cuando algún aficionado me pregunta si considero que debería dimitir un entrenador que ha empezado la temporada sin ganar, con cuatro derrotas en cinco partidos, que si pienso que la directiva de ese club debería echarle a la calle, nunca respondo. Porque, de hecho, Nick Hornby responde por mí.

Comentarios

  1. Siempre me he hubiese gustado que Hornby hubiese sacado una segunda parte para ver qué le parecía el equipo de Wenger que pasó a convertir al Arsenal en el equipo que mejor trato daba al balón de Inglaterra... De ser un equipo odiado por su fútbol rácano a ser querido o apreciado.

    bueno, eso y cómo vivió aquella final de Champions ante el Barça

    Aunque quizá porque fue el primero de sus libros que leí, me gusta más 'Alta Fidelidad'. Otro en el que casi todos -melómanos y no- nos vemos en parte reflejados.

    ResponderEliminar
  2. ¡Hubiera sido tremendo! Piensa en un escritor que haya sacado dos mejores primeras novelas que 'Fever pitch' y 'High fidelity'. ¡Estoy seguro que no se te ocurrirá ninguno!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario